Comentario
Capítulo LXXXVI
Que trata de cómo se partió el gobernador del puerto de Valparaíso a la ciudad de Santiago
Vuelta la galera e dada la nueva que la gente de por tierra estaba en el valle de Coquimbo, se partió el gobernador para la ciudad de Santiago, y allegó día de Corpus Christi, año de mil y quinientos y cuarenta y nueve, que se cumplieron diez y siete meses que había salido del puerto de Valparaíso en servicio de Su Majestad al Pirú, contra la rebelión de Gonzalo Pizarro. En este tiempo que he dicho, había gastado en servicio de Su Majestad en oro y plata ciento y ochenta y siete mil y quinientos pesos, y todo le pareció poco, según la fidelidad y ánimo y gran celo que tenía de servir a su príncipe.
Llegado el gobernador a la ciudad de Santiago a diez días de junio, jueves, día de Corpus Christi, como tengo dicho, salió el cabildo con un palio vestidos de grana fuera de la ciudad con todo el pueblo. E llegado junto a la iglesia, presentó las provisiones reales, por las cuales le hacía Su Majestad merced de le criar por su gobernador y capitán general en todas estas provincias de la Nueva Extremadura, las cuales vieron y obedecieron. Y por virtud de ellas le recibió el cabildo en su ayuntamiento por tal, y las mandaron publicar con toda la solemnidad que pudieron y cerimonias acostumbradas.
Hecho esto, despachó para los reinos del Pirú a su teniente Francisco de Villagran, y diole para sus gastos treinta mil pesos, y diole sus despachos y cartas de creencia para el presidente Pedro de la Gasca. Y mandóle que trujese gente y caballos y armas, que bien sabía que los hallaría y vendrían de buena voluntad las personas en quien no hubiese cabido suerte en Pirú de indios. Y junto con esto diese cuenta al presidente de cómo quedaba recebido con gran alegría en esta tierra, y cómo lo había hallado muy pacífica en servicio de Su Majestad, aunque con pérdida de aquellos cristianos y destrucción de la Serena, que serían los españoles que murieron en el valle de Copiapó y en la ciudad de la Serena sesenta hombres, que en este tiempo eran muchos.
Mandóle que diese cuenta de todo al presidente y que con la gente que trujese viniese por detrás de la cordillera y sierras nevadas, y si trajese tanta que hubiese para ello, poblase una ciudad en el paraje del valle de Coquimbo o de Santiago, y dejando la gente que fuese menester para la sustentación de ella y de los pobladores, que con la demás atravesase la cordillera y viniese a le buscar adonde estuviese, porque cuando él viniese, tendría pobladas con ayuda de nuestro Señor una o dos ciudades hacia el estrecho de Magallanes, e que diese de sus negocios cuenta al presidente e de las cabezas que había cortado, estando él ausente de la tierra.
E luego mandó llamar a Francisco de Aguirre e le mandó que se fuese a reedificar a la ciudad de la Serena.